El archiconocido coupé de Stuttgart, el Porsche 911, está a punto de renovarse con una nueva generación y con él la gama de entrada que siguiendo la tradición se denominará Carrera. Pero este peculiar sobrenombre tan castellano no es algo contemporáneo, de hecho se remonta a los años 50, cuando después de su victoria en la Carrera Panamericana de 1954 se lanzaba una edición especial del Porsche 356 que incorporaba una versión más deportiva del bóxer de cuatro cilindros. En cualquier caso el emblema Carrera no lograría su máximo esplendor hasta los años 70.
Precisamente a comienzos de los años 70 nacía el que para muchos es el nine eleven clásico entre los clásicos, el Porsche 911 Carrera RS 2.7, el que popularizase no solo el emblema Carrera sino también las siglas RS del alemán Rennsport (Race Sport) que ahora son todo un símbolo de deportividad, competición y victorias para Porsche. En 1972 se lanzaba una tirada limitada a 500 unidades de este modelo derivado del Carrera S y concebido para la homologación de un Grupo 4 de competición.
Tal fue el éxito que rápidamente Porsche tuvo que responder a la demanda aumentando la producción de este deportivo que ya por aquel entonces tenía visos de acabar convirtiéndose en todo un clásico del que se ensamblarían más de 1.500 unidades.
Los cambios del Porsche Carrera RS 2.7 respecto al Carrera S empezaban por la mecánica. Se aumentó la cilindrada hasta los 2.687 cm3 y su potencia ascendía a 210 CV a 6.300 rpm. Se modificaron cilindros, pistones y las fases de distribución y encendido, así como las relaciones de cambio.
Más allá de su mecánica se dotó de suspensiones reforzadas, amortiguadores Bilstein, neumáticos de mayor anchura... Incluso los ingenieros tuvieron la feliz idea de equipar una rueda de repuesto de emergencia que se podía alojar deshinchada para emplear un depósito de combustible de mayor tamaño, concretamente de 85 litros de gasolina. En caso de pinchazo bastaba con emplear una botellita de aire comprimido o un pequeño compresor eléctrico a bordo.
Estéticamente no podía ser más radical. El aspecto deportivo que le conferían las suspensiones rebajadas y el gran alerón fijo trasero iban más allá de la pura cosmética. De hecho se estimaba que únicamente el alerón permitía un aumento en la velocidad máxima de 7 km/h, alcanzando definitivamente una punta de 242 km/h.
Pasará a la historia por detalles como sus bajos tatuados con la inscripción Carrera y esa peculiar tipografía, o sin ir más lejos su llantas tipo Fuchs, de 15” y en acabado cromado o decoradas en un color que resalte bien con la carrocería.
El Porsche 911 Carrera RS 2.7 era de por sí un deportivo poco confortable y espartano en su equipamiento y la comodidad del habitáculo. Es por eso que se ofreció una edición adicional denominada Touring y otra aún más deportiva y picante denominada RSR 2.8 cuya potencia aumentó hasta los 300 CV.
No es para menos, por cierto, que hoy en día el Porsche 911 Carrera RS 2.7 siga siendo uno de los clásicos más solicitados por los seguidores de Porsche. Y es que, ¿quién se resistiría a guardar una preciosa máquina como esta en su garaje?
Fuente: Piel de Toro | Porsche
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